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Cuando escribo, pretendo recuperar algunas certezas que puedan animar a vivir y ayudar a los demás a mirar.

GALEANO, Eduardo


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domingo, 14 de junio de 2009

Reflexión

En el foro de AEAL, alguien publico un articulo de un locutor de Argentina llamado Fernando Peña, parece que es de un humor u poco negro y talvez a algunas personas no les guste lo que lean, pero bueno a mi me pareció interesante y en muchos aspectos me sentí identificada, solo que talvez con mejor animo y mayor optimismo que el, es dificil lo que pasamos durante el periodo de la enfermedad, pero algunas personas no lo pasan tan mal y otras si, todos somos diferentes y si tu tienes linfoma no significa que vas a pasar por lo mismo... aqui les dejo el articulo que también sirve para reflexionar... se llama :


"Otra vez me muero"



Y otra vez el tomógrafo dándome instrucciones: “Respire”, “no respire”, “tome aire profundamente”, “respire”… para dentro de unas horas sentenciarme de vida o de muerte. Es realmente maravilloso estar acostado boca arriba mirando ese “bicho” enorme, ese aro que gira sin parar, esa turbinita indignante que chilla estridentemente, y luego las instrucciones para que uno respire o no respire. Y respiro y no respiro. Y aguanto la respiración, y respiro y no respiro y aguanto… y respiro otra vez. Es tan cómodo, una vez que uno se relaja, saber que no se puede hacer nada. Estoy con la aguja en la vena, me están pasando un líquido de contraste que me arde, que me quema, que me da náuseas, obedezco instrucciones, la camilla se mueve hacia adelante y hacia atrás, los ruidos son agresivos, los movimientos abruptos… mi cuerpo está en “boxes”. Es tan denigrante, tan humillante, que si obedeciera a mis instintos me arrancaría la aguja y saldría corriendo del lugar. Pero le voy a dar una chance más a la medicina y una menos a mí, que me prometí no someterme más a agresiones físicas y morales. Y digo una menos a mí porque no siento tanto respeto por mí al estar acostado preso de un tomógrafo operado por una señorita con cara de estar haciendo lo que tiene que hacer. Siento que estoy mendigándole a la vida o, lo que es peor, a un tomógrafo, como si el tomógrafo tuviera injerencia o pudiera tener piedad como para cambiar el resultado de lo que ve. Como si pudiera ponerme una buena nota o hacer la vista gorda al posible tumor o linfoma que podría llegar a tener.

La sensación es espantosa, siento muy poco respeto por mi ser. Merezco morir como una rata rabiosa al salir del Instituto Alexander Fleming; me había prometido nunca más hacerme nada. Pasé un año entero regalando mi cuerpo a sesiones de quimioterapia. Sesiones que duraban cuatro días, sesiones que me dejaban acalambrado, dolorido, desganado, nauseabundo, pelado, blanco, verdoso, gordo, inflamado, morado. Mi aspecto era el de un sapo a punto de reventar. Pasé meses dificilísimos, porque además la certeza de que el tratamiento funcione no se la dan a uno de la noche a la mañana, sino que hay que dejar pasar por lo menos tres o cuatro sesiones hasta que un día entra el médico a la habitación y con una sonrisita de esperanza que es como la lucecita que dan las velitas que ponen flotando sobre el agua ahora en los restaurantes te dice tímidamente: “Bueno, afortunadamente el tumor es sensible a las drogas y está comportándose como esperábamos”. Recién ahí empecé a sentir que valía realmente la pena la agresión de meterme veneno por las venas todos los meses durante cuatro días seguidos. Y tampoco así fue fácil.

La quimioterapia es veneno, y no es una metáfora, es veneno de verdad. Mata todo lo que toca, arrasa con todo sin distinción, destruye lo que sirve y lo que no sirve. Te come los huesos, los tejidos, te morfa entero. Te devora sin consideraciones ni contemplaciones. Recuerdo que uno de los medicamentos que me inyectaban tenía que estar envuelto en papel metálico tipo rollito Ben, el que usaba mi madre para cocinar cuando era chico, porque no podía estar expuesto a la luz del día. Recuerdo que cuando salía del Fleming, al cuarto día, vomitaba los veintiséis días restantes hasta tener que internarme nuevamente por otros cuatro días. Y así sucesivamente durante ocho meses seguidos. Envenenarme, salir, vomitar, acalambrarme, retorcerme, seguir mi vida como podía, internarme, envenenarme, salir, internarme, envenenarme, salir, vomitar… y todo esto sin parar. Ocho meses sin parar. Si paraba, me moría.

Todo el proceso fue muy difícil. Recuerdo infinitas charlas con Pinky, una maestra en cáncer; Pinky debería dar clases en los hospitales. Gracias, Pinky querida.

El tratamiento también te pudre psicológicamente. La gente me miraba el doble de lo que me mira ahora, me miraba no solamente por famoso sino porque es raro ver a un tipo sin pelo, sin cejas y verdeamarillo. El color del cáncer no es el negro, es el verdeamarillo, ese verdeamarillo premuerte, como el que tiene la papa. Verdeamarillo premuerte parece un nombre ridículo de esos que traen las cartillas de pinturas. La gente tampoco sabe cómo abordar el tema, algunas personas ni lo mencionan, otras se le atreven con torpeza, y otras te dan fuerzas y consejos que escucharon al pasar. También me llegaban a la radio recetas de sopas. Nunca olvidaré la receta de una señora que me recomendaba tomar una sopa de pescuezo de gallina con porotos, no sé cuántas cabezas de ajo, ají picante, jengibre, cartílago de no sé qué animal y otras miles de verduras mágicas. Una vez caminando por la calle Gascón rumbo a la Fundación Huésped otra señora que barría la vereda me invitó a su casa a desayunar. Los oyentes me mandaban datos de chamanes, de videntes, de curanderos. Me recomendaban clínicas en los Estados Unidos; creo que nunca en mi vida escuché tanto las palabras “Clínica Mayo”. Me llegaban cartas con miniaturas de crucifijos, imágenes de santos y de vírgenes, cintas de colores, medallitas e infinidad de fetiches. Gracias a todos. Gracias de verdad. Ya pasó.

Todo eso ya pasó… Louise Hay pide que tengamos mucho cuidado al elegir las palabras que usamos para hablar de las enfermedades y cómo las encaramos. Yo tuve un linfoma no Hodgkin en el riñón izquierdo y pude destruirlo, vencerlo, derrotarlo, hacerme amigo, o curarme, como corno quiera Louise que le diga. Pasaron casi seis años y otra vez una manchita, algo que a mi oncólogo no le gusta, otra vez el miedo, no tanto a la muerte sino al dolor, a no poder vivir como quiero, a no estar del todo sano. Otra vez el desafío de juntar fuerzas, otra vez apoyarme en mis amigos, otra vez recurrir al método de contarlo para exorcizarlo. Otra vez concentrarme para que la cabeza me responda y no me juegue una mala pasada.

¿Otra vez?, ¿otra vez todo eso? Sí, otra vez. Otra vez porque me quedan cosas por hacer, otra vez porque soy un cagón, otra vez porque soy valiente también, otra vez porque soy gallego, otra vez porque tengo OSDE 450, otra vez porque me quiero, otra vez porque me odio, otra vez porque me mentí, otra vez me faltaré el respeto, otra vez lo haré, otra vez porque amo la vida, otra vez porque me encanta coquetear con la muerte, otra vez por Pinky, otra vez por el doctor Chacón, otra vez por mis oyentes, otra vez por los que no pueden acceder a estos tratamientos, otra vez por María, por mi novio, por mis amigos, por este trabajo de escribir, por el teatro, por Charly, por Maradona, por ver a Lanata en el Maipo, por el gordo Bergara Leumann, por mi perra Mono, por volver a almorzar con Mirtha, otra vez para escucharlo a Lalo, a Hanglin, a Víctor Hugo, a Dolina y a la Negra. Otra vez para volver a Broadway a ver teatro ahora que me dieron la visa para entrar a los Estados Unidos… Otra vez… Otra vez por todo eso y mucho más, y otra vez por muchísimo menos también, muchísimo menos, como por ejemplo comer un cuernito de grasa o tomar un whiskicito. Otra vez parece que me muero, otra vez trataré de no morirme, sí, otra vez, otra vez porque no hay más remedio, otra vez, otra vez… por mí…




Yo pienso, Yo Lucero... que al final vale la pena luchar... por mi y por todos!!!







5 comentarios:

Hada Isol ♥ dijo...

Fernando Peña es así,es un hombre muy fuerte que le ha dado batalla al SIDA,ahora tiene cáncer y sigue en sus batallas,su humor es negro es verdad,pero muy inteligente! te dejo un fuerte abrazo,y muchissimo ánimo en todo!

Hada Isol ♥ dijo...

Y si! claro que vale la pena Luchar!!!!!!!! Lucero vás a ganar!!!!!!!!!!!

MacaChavez dijo...

te deseo lo mejor del mundo, vamos tu eres un ejemplo para muchos.
Mi madre tienen LNH también... y no lo está pasando muy bien que digamos... van muchos meses y no hay recuperación... espero que ocurra el milagro podamos salir de este negro agujero alguna vez.

mucha fuerza... y mucha fe... lo q no te mata te hace más fuerte!!
Maca

Josep dijo...

Hola LUCERO.
Ante todo muchas gracias por pasar por mi blog, y dejar tu nombre para que yo pueda pasar a saludarte.
Veo que mi amiga Isol te ha hablado de mi, ella es muy amable y una gran persona.
Yo quisiera quitarte todas las preocupaciones que tienes en estos momentos, pero no está a mi alcance.
Solo puedo decirte que buena parte de mi vida, la he vivido rodeado por el cáncer. No solo conmigo, sino también con mi padre y mi hijo.De esto hace muchos años, cuando la palabra cáncer era decir muerte.Y sin embargo todos nosotros nos hemos salvado.
De hecho yo ya hizo 5 años de mi segundo transplante.
Que se pasa mal...claro que si, peo se supera Lucero.
Ahora no es como antes, y me duele oir a personas como este locutor o periodista cuando hablan de la quimio.
Yo te dejo estas palabras que un dia pronunció una persona extrañable, ademas de ser un divulgador cientifico reconocido en todo el mundo:
"....Este chorro de veneno que se inyecta en las grandes autopistas sanguineas del cuerpo humano.Pero efectivo en un altísimo porcentaje de casos"
Fíjate que diferencia Lucero.al explicarlo.
Yo escribi esto hace tiempo:
http://vivenciesjosep.blogspot.com/2008/06/hola-httpvivenciesjosep.html

Y esta es la parte positiva a seguir.
Tu, yo y todos, no estamos solos.
Estamos muy bien ayudados por muchas personas queridas, y el cáncer esta solo frente a una Ciencia y una persona como tu, mucho mas valiente que él
TU GANARAS ¡¡¡
Un beso.


Josep dijo...

Hola Lucero.
Me pase la tarde leyendo tu blog.
Te aseguro que es digno de que lo lea un profesional del tema, pues realmente está hecho con el corazón,y la sabiduria de quien lo padece y lo explica tan bien.
Aqui, muy cerca del pueblo donde vivo, había una fabrica que construia piezas de amianto para tejados. Son unas piezas onduladas que creo estan por todo el mundo.
Nadie sabia que el amianto es altamente cancerigeno.(ahora esta prohibido) La cuestión es que con los años los trabajadores enfermaron de Linfoma No Hodgkin, y no solo ellos sino tambien los vecinos que vivian alrededor de aquella fábrica, porqué el polvo en suspensión en el aire afectaba a una área bastante grande.
De todos ellos, creo que ni uno solo murió. Y si murió seria de viejo.
Si que es cierto que a muchos los tubieron ue transplantar dos veces, y que los mas mayores tienen efectos secundarios, pero viven y son personas mayores.
Y tu que eres una niña saldrás de esto, y me invitarás a tomar una Coca-Cola.
Si me dejas quisiera enlazarme con tu blog.
Ya me dirás alguna cosa.
Un abrazo.